En el año 2016 arrasada por las mismas inclinaciones jacobinas a las que aludía José Enrique Rodó en su obra Liberalismo y Jacobinismo en 1906, la Junta Departamental de Montevideo resolvió no aceptar que una estatua de la Virgen María de tamaño natural fuese emplazada sobre la Rambla Armenia, próxima al Museo del Arma de Ingenieros y frente al Puerto del Buceo.Como candidato de Cabildo Abierto para el Municipio CH, en cuyo barrio del Buceo se intentó emplazar esa imagen tan querida para la tradición oriental, me da mucha pena la ceguera de esa decisión.Al sangriento jacobinismo de Robespierre le sucedió en el siglo XX el aún más sangriento ateísmo marxista-leninista de Rusia, que posteriormente usaría Mao en China para establecer una Religión Política. Poca asimilación de esas barbaries han tenido nuestros defensores a ultranza de un laicismo nihilista que no tolera, en su pugna por imponer un dogma público, las posibilidades ciudadanas de luchar por excelsas formas de elevación de la persona humana.Pondremos todo nuestro empeño para que el próximo gobierno departamental pueda finalmente aprobar una sana iniciativa que aún arde sin duda en el alma popular.Esa imagen es síntesis de varias advocaciones marianas que glorifican nuestra tradición como la que en la cima del cerro del Verdún en Minas recuerda cada 19 de abril la gesta liderada por el Libertador Juan Antonio Lavalleja, que por allí nació. Pero antes Artigas, llamó Carmelo a la única ciudad que fundó, en honor a la virgen del Carmen como suele abreviarse a la Santa María del Monte Carmelo, y más recientemente la Virgen de los Treinta y Tres a la que se rinde culto en la Catedral Basílica de Florida, fue declarada patrona del Uruguay.Los orientales y los hispanoamericanos, más allá de las respetables inclinaciones espirituales que cada uno pueda libremente tener, no deberíamos nunca renegar de nuestra historia ni de nuestra lengua, historia que comenzó a vislumbrarse cuando en el siglo XV, Isabel la Católica, soberana de Castilla, le tuvo fe a un navegante genovés y le rezó a la Virgen María para que sus sueños de descubrir ignotas tierras, se hicieran realidad.

Como cabildante soy respetuoso del pasado y lucho por el futuro de nuestro país. Por eso desde la visión del gobierno de real cercanía que sueño para el Municipio CH, me disgustan las modas separatistas y refundacionales. Veo a todo compatriota como miembro de una gran familia que con lazos imborrables se va sucediendo de generación en generación en la territorialidad de tierra, mar y cielo dónde nacimos. Por eso me remonto al origen de la orientalidad y abrazo con los pies y la cabeza en el presente, los ideales de Don José Gervasio Artigas.

Lograr una óptima descentralización del gobierno metropolitano hacia las Alcaldías o Consejos Municipales es «Federalismo Artiguista» aplicado a la realidad montevideana.

Hoy me aproximé al barrio de Punta Carretas, uno de los ocho barrios del Municipio CH, en busca del Museo Zorrilla para buscar inspiración para la tarea de candidato a Alcalde por el partido Cabildo Abierto.

Al contemplarlo desde la rambla Mahatma Gandhi recordé una consigna del escudo de armas de esa familia que me daría mucha fuerza espiritual para luchar con todas mis fuerzas por el mejoramiento del Municipio CH en caso de ser electo: “VELAR SE DEBE LA VIDA DE TAL FUERZA QUE VIVO QUEDE EN LA MUERTE”.

Luego volví caminando hasta mi casa sobre la calle Juan María Perez que limita Punta Carretas con el barrio de Pocitos. Mientras caminaba reflexionaba sobre la importancia del gobierno de cercanía, o tercer nivel de gobierno, que permitía a nivel municipal una mirada más detallada, más territorialmente y humanamente involucrada. Pensé que era un gran avance para perfeccionar el mejoramiento y el embellecimiento de la experiencia vivencial y física de residir en Montevideo, explotando las peculiaridades de cada barrio o municipio, pero estaba convencido que todavía había muchísimo para avanzar a fin de que los vecinos explotaran y disfrutaran en los hechos, esta oportunidad para incidir realmente en el quehacer de su barrio, sin dejar de dosificar a su gusto el grado de involucramiento que quieran tener.

Una vez en mi casa busqué el libro «La epopeya de Artigas» de Don Juan Zorrilla de San Martín y comparto aquí unos pasajes que viene al caso de lo que estaba meditando: «Uno se siente atraído hacia el estudio de Artigas cuando lee, con admiración, sus comunicaciones al Cabildo , en que dice, con impaciencia, a sus compatriotas: -Piensen por si mismos; obren por su propia inspiración, resuelvan; no me lo consulten todo; recurran al pueblo; háganlo ser y pensar también a él; sean libres; conscientes, responsables de sus actos-» o este otro: «Todo gobierno que centraliza el poder en perjuicio de la mayoría, camina, por razón natural, a la decadencia y la disolución».

La excelente iniciativa de crear las alcaldías descentraliza en consonancia con las ideas federales de Artigas: el sentido de pertenencia, la inspiración y la acción barrial. Sólo resta que los montevideanos, fieles cada uno a su personalidad y estilo, encuentren la forma de llevarla a la práctica con una inteligente, fluida y transparente interacción entre gestores municipales y vecinos.

Decía Ortega y Gasset que autodefinirse de izquierda o de derecha, son formas de optar por la torpeza de un comportamiento hemiplégico, que paraliza la mitad de nuestra capacidad para tomar decisiones, y nos condena al inmovilismo. El centro en tanto, es cómodo para el pensamiento, pero rígido para la acción.

Un hombre de acción como nuestro líder Don Guido Manini Rios, afirma que si algo no es, es de centro, pues asocia la dinámica de un estadista hacia su destino, con un buque surcando los mares rumbo a un puerto, sabiendo que deberá caer ora a la izquierda o babor, ora a la derecha o estribor según las circunstancias, para cumplir con el compromiso real, de llegar a puerto.