Reflexión del 26 de julio de 2020

Reflexiones

En el año 2016 arrasada por las mismas inclinaciones jacobinas a las que aludía José Enrique Rodó en su obra Liberalismo y Jacobinismo en 1906, la Junta Departamental de Montevideo resolvió no aceptar que una estatua de la Virgen María de tamaño natural fuese emplazada sobre la Rambla Armenia, próxima al Museo del Arma de Ingenieros y frente al Puerto del Buceo.Como candidato de Cabildo Abierto para el Municipio CH, en cuyo barrio del Buceo se intentó emplazar esa imagen tan querida para la tradición oriental, me da mucha pena la ceguera de esa decisión.Al sangriento jacobinismo de Robespierre le sucedió en el siglo XX el aún más sangriento ateísmo marxista-leninista de Rusia, que posteriormente usaría Mao en China para establecer una Religión Política. Poca asimilación de esas barbaries han tenido nuestros defensores a ultranza de un laicismo nihilista que no tolera, en su pugna por imponer un dogma público, las posibilidades ciudadanas de luchar por excelsas formas de elevación de la persona humana.Pondremos todo nuestro empeño para que el próximo gobierno departamental pueda finalmente aprobar una sana iniciativa que aún arde sin duda en el alma popular.Esa imagen es síntesis de varias advocaciones marianas que glorifican nuestra tradición como la que en la cima del cerro del Verdún en Minas recuerda cada 19 de abril la gesta liderada por el Libertador Juan Antonio Lavalleja, que por allí nació. Pero antes Artigas, llamó Carmelo a la única ciudad que fundó, en honor a la virgen del Carmen como suele abreviarse a la Santa María del Monte Carmelo, y más recientemente la Virgen de los Treinta y Tres a la que se rinde culto en la Catedral Basílica de Florida, fue declarada patrona del Uruguay.Los orientales y los hispanoamericanos, más allá de las respetables inclinaciones espirituales que cada uno pueda libremente tener, no deberíamos nunca renegar de nuestra historia ni de nuestra lengua, historia que comenzó a vislumbrarse cuando en el siglo XV, Isabel la Católica, soberana de Castilla, le tuvo fe a un navegante genovés y le rezó a la Virgen María para que sus sueños de descubrir ignotas tierras, se hicieran realidad.

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